Zumos, salsas, alcohol o refrescos contienen tal cantidad de azúcares añadidos que pueden llegar a tirar por la borda todos tus esfuerzos por mantener una dieta sana
Ocultos en alimentos no dulces, los azúcares añadidos son usados por la industria alimenticia para potenciar su sabor
España, junto con el Reino Unido, es el país con consumo más alto. El 17% de nuestra ingesta calórica proviene del azúcar
Si eres de los que intentas cuidar tu alimentación seguramente serás consciente de la importancia de reducir el consumo de azúcar diario. También estarás al tanto del lío generalizado que existe con los términos azúcar, azúcar añadido o el azúcar presente de manera natural en los alimentos.
Como consecuencia de esta confusión de términos, y debido en parte también a los hábitos tan poco saludables que seguimos, el consumo de azúcar por parte de la población no hace más que aumentar. La OMS llevaba varios años alertando de la subida en su consumo hasta que el año pasado, tras observar que en la última década se pasó de 58 g por persona y día a 63 g, decidió actualizar sus recomendaciones y limitar todavía más la ingesta diaria de azúcar dejándola en un 5% del aporte calórico cotidiano. La Organización Mundial de la Salud pretende con esta medida obtener progresos en la lucha contra la obesidad, diabetes, caries y enfermedades cardiovasculares y alertar sobre los peligros de los azúcares añadidos.
Pero intentar poner coto a este aumento no resulta nada fácil teniendo en cuenta que gran parte del azúcar que ingerimos en nuestro día a día se encuentra oculto en alimentos que nadie considera como dulces. Una lata de refresco, por ejemplo, contiene al menos 40 gramos de azúcar, unas diez cucharadas de café. Algo parecido ocurre con el tomate frito que puede llegar a contener unos 4 gramos de azúcar. En general, cualquier tipo de comida procesada contiene azúcares añadidos.
Los azúcares libres Vs. los azúcares intrínsecos
Conviene aclarar antes de nada que la limitación de la OMS afecta solamente a los azúcares libres formados por los monosacáridos y los disacáridos (los añadidos por los fabricantes y los que se hallan de manera natural en la miel o en los zumos de frutas naturales). Sobre los azúcares intrínsecos, aquellos que se hallan en las frutas enteras y en las verduras frescas, no existen pruebas de que sean perjudiciales.
Según datos obtenidos por los distintos estudios, los adultos que consumen menos azúcares tienen menor peso corporal y, además, se ha establecido una relación directa entre el aumento del consumo de azúcares en la dieta y el aumento de peso. Por otro lado, los niños que consumen habitualmente bebidas azucaradas (refrescos de cola, zumos envasados) tienen muchas más probabilidades de padecer sobrepeso.
Cómo reducir tu consumo de azúcares añadidos: un reto mucho más complicado de lo que parece
Conseguir ingerir menos azúcar para adecuar tu consumo al recomendado por la OMS no es tarea fácil. No lo es por dos motivos: porque, como hemos comentado antes, los azúcares añadidos están presentes en muchos alimentos de los que no sospechamos nada (galletas, cereales para el desayuno, ketchup, bebidas alcohólicas, etc.) y porque, aunque no mucha gente es consciente, el azúcar crea adicción.
Lifehunters, una productora especialista en vídeos virales, decidió rodar una pieza en la que uno de sus propietarios, Sacha Harlond, contase su intento de dejar por completo el alcohol y el azúcar añadido. En él, vemos a Sacha pasar por una especie de síndrome de abstinencia los primeros días hasta que una mañana se despierta y comprueba que la ansiedad por no consumir dulce ha disminuido y se encuentra mucho mejor. Una especie de síndrome de abstinencia similar al que sufren las personas que intentan dejar de fumar.
Adicción al azúcar: cómo superarla
En la misma línea se mueve Michael Moss, ganador del Pulitzer hace 5 años, y cuyo libro, ‘Adictos a la comida basura‘, revela las prácticas de la industria de la alimentación para recurrir al azúcar añadido, la sal y la grasa para conseguir no sólo que los alimentos procesados sepan mejor y aguanten más tiempo sin estropearse sino que, además, estos generen adicción en los consumidores.
El panorama es desolador y, mientras la obesidad se ha convertido en un problema de salud a nivel mundial, el retrato que realiza Moss sobre las prácticas de las grandes empresas de la alimentación no hace sino afianzar la idea de que la solución está en nosotros mismos. Recurrir lo máximo posible a alimentos sin procesar (frutas y verduras); evitar las salsas de bote, cereales, refrescos y alcohol; y huir de las carnes procesadas son los pilares básicos sobre los que tenemos que construir nuestros hábitos alimentarios.