Entrevista a Vicente del Bosque

vicente del bosque

Bajo su batuta la selección española consiguió ganar la Eurocopa y la Copa Mundial de Fútbol

Con la exposición pública de su hijo Álvaro ha conseguido normalizar la visión hacia personas con síndrome de Down

En 2011 le fue concedido el título de Marqués

A sus 65 años, Vicente Del Bosque echa la vista atrás y reflexiona sobre el éxito y el fracaso con una lucidez notable. Relativizando ambos y con unas prioridades perfectamente definidas, Del Bosque se presenta como un hombre tranquilo, con los pies en la tierra. Marcado por la figura de un padre que sufrió los rigores de la guerra civil: «[mi padre] nunca quiso comentarlo. Él tenía sus ideas y llevaba mal las injusticias. Era una gran persona, muy recto y muy metódico«, el seleccionador recuerda su infancia y nos habla de la importancia de su familia.

Entrevista a Vicente del Bosque

P: Retrocedemos en el tiempo y nos situamos en los años 50 en las calles de una Salamanca de postguerra. Allí, donde empezó todo para Usted… ¿Qué recuerda de aquella época?

R: Mis recuerdos de la niñez y de mis primeros años son magníficos. Lo recuerdo como una etapa muy feliz. Me gustaba el colegio, tuve profesores muy buenos. Severos pero a la vez cariñosos que nos hacían querer estudiar. Supongo que soy la consecuencia de mi infancia; quizás no nos demos cuenta pero queda un poso en nuestra memoria y hacemos las cosas como las aprendimos entonces. Modernizamos los métodos para hacerlas, pero la esencia es la que nos inculcaron.

«He aprendido más del fracaso que del éxito»

P: Proviene de una familia de origen humilde en la que su padre sufrió los rigores de la Guerra Civil. ¿Qué aprendió de todo aquello?

R: Mi padre en casa nunca quiso comentarlo. Él tenía sus ideas y llevaba mal las injusticias, pero no permitió que nosotros estuviésemos pendientes de aquello. Había cosas de las que no se hablaba delante de los niños y punto. Era una gran persona, muy recto y muy metódico. Mi padre nos paraba con una mirada, él era la autoridad de la casa; mi madre también podía echarnos una bronca, pero una mirada de mi padre significaba más que una bronca de mi madre.

P: Pero al pequeño Vicente había algo que le apasionaba por encima de todas las cosas… ¿Cuándo empieza a jugar al fútbol?

R: Pues yo creo que desde siempre. Me recuerdo jugando con mi hermano, con mis amigos o solo contra una pared. Creo que era el mejor entretenimiento y la mejor forma de disfrutar a esa edad. Si éramos 20, pues nos dividíamos en equipos de 10; si éramos 10, pues en equipos de 5. Y si sólo éramos mi hermano y yo pues uno contra otro.

P: Y aquellas patadas al balón se convirtieron en algo más que un juego. ¿Cómo aterriza en los años 60 un chaval de Salamanca solo en la capital?

R: En aquel momento no tenía muy claro cuál iba a ser mi futuro. Ni cuando vine a Madrid, a los 17 años, sabía si de verdad yo quería ser futbolista. No estaba seguro de si iba a ser jugador. Pero tuve la suerte de llegar a un club como el Real Madrid en el que había gente que se preocupaba de nosotros los chavales. Y por eso para mí fue todo mucho más fácil.

P: ¿Cree que es beneficioso sacar a unos niños tan jóvenes de su contexto familiar para aventurarse en una carrera tan incierta como la futbolística, como ocurre con la captación en las canteras en los grandes equipos?

R: Hombre, no se puede ser radical en el planteamiento en uno u otro sentido. Es verdad que para algunos chavales ese desarraigo de la familia puede ser complicado. Sin embargo a otros les sirve para madurar, para formarse como personas. Siempre pongo el ejemplo de Cesc Fabregas, con apenas 16 años estaba en el Arsenal y con 21 era capitán del equipo. Es un chico con idiomas, con una madurez increíble, no ahora que ya es más mayor, sino que ya demostraba ser así cuando le conocimos.

«Para nosotros Álvaro es un hijo más. Hemos intentado tratarle igual que a sus hermanos, con la misma disciplina y con los mismos mimos que a Vicente y Gema. Y he de decir con orgullo que es un chaval fenómeno»

P: Como Seleccionador Nacional ha vivido el éxito y el fracaso. ¿Con qué ha aprendido más?

R: Pues, fíjate, diría que quizás con el fracaso. Es cierto que se aprende con las dos cosas. Por un lado, es muy importante saber ganar y yo creo que este país, nuestro fútbol, necesitaba una victoria para creer en sí mismo, y aparcar viejos complejos. Pero, por otro lado, también creo que después de esos seis años, en los que ganamos todo -ya ahí cuento no sólo el Mundial y la Eurocopa de 2012, sino también la Eurocopa de 2008, que logró Luis Aragonés- pues creo que perder también ha sido bueno. Hombre, por supuesto, me hubiera gustado hacer mejor papel, pero creo que la derrota a los niños y a los jóvenes les ha servido para tomar conciencia de que esto es un deporte, en el que a veces se gana, y a veces no. Y ya había una generación que aún no había conocido esta otra cara, la de la derrota.

vicente del bosque entrevista

P: Los triunfos de la selección en la Eurocopa y en el Mundial no sólo fueron deportivos. El propio país, tan debilitado por la crisis económica, también creció en autoestima. ¿Cómo explica este fenómeno que consigue extrapolar los éxitos sobre el césped al propio orgullo de un pueblo?

R: Pues yo creo que fue una manera de reivindicar nuestro deporte de cara a toda la sociedad, que en cierto modo estaba necesitada de una alegría como esta. Y es verdad que llegar a Madrid y ver a tanta gente en la calle, acompañándonos y disfrutando de la victoria fue muy bonito. Pero también dije que cuando perdiésemos -porque era algo que tarde o temprano iba a llegar- tampoco teníamos que ser los malos.

P: Empezó la carrera de Magisterio, aunque no llegó a ejercer. Pero en cierta manera nunca perdió esa orientación hacia la docencia. ¿Un entrenador debe saber más de fútbol o de pedagogía / psicología?

R: Ante todo, por supuesto, de fútbol. Aunque también es cierto que la dirección de grupos es muy importante. Es evidente que hay que tener buen ambiente y preocuparse de todos los aspectos que rodean al equipo. No digo que el buen ambiente gane partidos ni campeonatos, pero seguro que ayuda. Considero que el éxito está en el equilibrio.

P: Tiene fama de ser una persona cercana y extraordinariamente accesible. ¿Vicente del Bosque ha dicho ‘no’ muchas veces en su vida?

R: Sí. Algunas. Como todo el mundo. Cuando no creo en algo, no me importa decir que no. Pero creo que, a veces, decimos que no a cosas sólo por nuestra propia comodidad o por egoísmo y debemos ver la perspectiva del otro y valorar si, de verdad, hay motivos para una negativa. Cuando una respuesta afirmativa tuya puede ayudar o hacer feliz a otro no veo motivo para negársela.

P: Es difícil verle una sonrisa en público. ¿Podría contarnos qué cosas le hacen reír?

R: No creo que eso sea del todo verdad. Lo que pasa es que soy, o al menos lo intento, una persona comedida. Creo que en las victorias, siempre hay cosas que se podían hacer de otra manera, o por ejemplo, en un partido hay once jugadores que han jugado -catorce si hemos hecho todos los cambios-, pero los otros nueve se han quedado en el banquillo; pues aunque se alegran por las victorias del grupo, no están plenamente felices y no creo que les haga ilusión ver al entrenador como si estuviese viendo una comedia. Creo que tengo la obligación de pensar también en ellos y de deberles ese respeto. Y cuando se pierde, pues tampoco hay que dramatizar. En la vida hay cosas muchísimo peores. Lo bueno o lo malo que tiene el fútbol es que siempre hay un partido en el que recuperarse.

P: Le vemos siempre rodeado de los suyos. ¿Qué importancia tiene la familia para Usted?

R: Muchísima. Creo que es lo más importante en la vida. Yo tengo la suerte de tener una mujer y unos hijos fantásticos, y a ellos, y especialmente a Trini, les debo una gran parte de lo que soy. Sin Trini, mi vida no hubiera sido igual, ella siempre ha estado ahí para nuestros hijos, ya que yo a veces, por el trabajo, tenía viajes o no disponía del tiempo necesario para estar tan pendiente de ellos.

P: Su hijo Álvaro se ha convertido en toda una celebridad. Con su exposición pública ha conseguido normalizar la visión hacia personas con síndrome de Down. ¿Qué ha aprendido Usted de él?

R: Mucho. Pero como también lo he aprendido de sus hermanos. Para nosotros Álvaro es un hijo más. Hemos intentado tratarle igual que a sus hermanos, con la misma disciplina y con los mismos mimos que a Vicente y Gema. Y he de decir con orgullo que es un chaval fenómeno.

P: No se afeitó el bigote ni por una Champions, ni por una Eurocopa, ni por un Mundial. ¿Por qué lo haría?

R: Pues mira, no me lo afeitaría por nada. No creo que tenga que hacer ese gesto por algo en concreto. Pienso que muchas veces es importante saber ser fiel a uno mismo por encima de situaciones puntuales. La vida te trae momentos y experiencias mejores y peores, pero al final tú sigues siendo el mismo.

P: En febrero de 2011 recibió el título de Marqués. ¿Le ha cambiado la vida en algo?

R: La verdad es que no. Siempre he dicho que Su Majestad el Rey Don Juan Carlos I tuvo la delicadeza de focalizar en mi persona la consecución del Campeonato del Mundo de Sudáfrica. Para mí es un honor y, además, una responsabilidad porque represento un éxito colectivo y a la vez me obliga a un mejor comportamiento, pero mi vida sigue siendo absolutamente la misma que antes de recibir este reconocimiento.

P: Para muchos los 65 años es la edad de jubilación. ¿A Usted qué le dice esta cifra?

R: Puede que hace años esto fuera así, pero creo que ahora es distinto. Antes parecía que te jubilabas y daba la sensación de que la vida se había acabado. Sin embargo, ahora la realidad es muy diferente. Los 65 son una etapa maravillosa, que puede afrontarse con calidad de vida, y que, además, nos permite disfrutar de aquello que durante la vida laboral uno no ha podido hacer. Pero sobre todo es un periodo para estar con la familia y disfrutar de las aficiones. Aunque, por otro lado, los 65 tampoco tienen por qué ser sinónimo de jubilación ¿verdad?

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