Las bajas temperaturas, el viento – que puede llegar a alcanzar los 25 metros por segundo – y la contaminación hacen de Norilsk, urbe rusa situada a 400 km al norte del Círculo Polar Ártico, una de las ciudades más duras del planeta. A través del trabajo de la fotógrafa Elena Chernyshova descubrimos cómo la vida puede desarrollarse en los lugares más inhóspitos.
Sus inviernos son un compendio de condiciones climáticas más típicas de una película post-apocalíptica de John Carpenter que de una ciudad habitable. Con una media de 130 tormentas de nieve al año y llegando a alcanzar los -60º, Norilsk es además considerada la ciudad más fría del mundo. La arquitectura local se presenta como una especie de decorado desangelado y siniestro que ilustra perfectamente la situación de sus habitantes.
© Elena Chernyshova
Norilsk: los orígenes
Norlisk se fundó en 1920, planificada por arquitectos encarcelados en un gulag, pero tuvieron que pasar 33 años para que obtuviera la calificación de ciudad cuando un centro de trabajos forzados se ubicó ahí. En él 1.2000 presos construyeron un complejo minero para extraer níquel y cobre.
Es precisamente este complejo minero – uno de los mayores del Globo con más de 1.800 millones de toneladas de recursos a explotar – el responsable de una constante emisión de lluvia ácida que ha convertido a Norilsk en una de las 10 ciudades más contaminadas del mundo.
Con casi 500 toneladas de óxidos de cobre y níquel y 2 millones de toneladas de dióxido de azufre lanzadas al aire cada año, todos los árboles en un radio de 45 km están muertos. A día de hoy, sus más de 100.000 habitantes sufren unas condiciones difícilmente soportables: 45 días de noche permanente al año; 250 de hielo, nieve negra debido a la contaminación y más de 100.000 hectáreas de tierra totalmente desértica y estéril que rodean la ciudad.
Norilsk Nickel, la compañía que explota las minas, se ha comprometido a reducir un tercio de las emisiones de dióxido de azufre antes del 2020 pero sus habitantes no confían. Como suelen decir, a modo de broma, «si alguien de Norilsk sale de la ciudad y se pone enfermo, la única manera de curarlo es acercarlo al tubo de escape de un coche«.